Este libro analiza los resultados de las investigaciones en cognición, aprendizaje, desarrollo, neurociencias y cultura, publicados hasta 1998, que son relevantes para llevar a cabo prácticas educativas que faciliten la comprensión profunda de una materia. Se organiza la información en cuatro secciones: la primera presenta los principios generales del aprendizaje derivados de las investigaciones recopiladas; la segunda relaciona la manera en que aprendemos con prácticas en el aula que favorecen el desarrollo de pensamiento crítico, solución de problemas y la meta cognición. La tercera se enfoca en la investigación que aporta elementos a tener en cuenta para diseñar ambientes de aprendizaje, planear lecciones y formar docentes; finalmente se presentan las conclusiones de cada sección y las futuras líneas de acción.
En esta reseña se enfoca en los capítulos dos y tres de la segunda sección llamada Aprendices y aprendizaje (Learners and learning).
En el capítulo dos se analizan estudios enfocados en los procesos de resolución de problemas de personas con grados diferentes de experticia² en áreas como ajedrez, historia, ciencia, matemáticas, educación y culinaria.
A partir de los hallazgos de estas investigaciones se definen seis principios que son resultado de un aprendizaje profundo de una materia e ideas de cómo pueden incorporarse acciones en el aula que lo promuevan.
Las personas, al llegar a un cierto grado de experticia, pueden usar la misma aproximación para resolver un problema o considerar cada situación como una manera para explorar y expandir su conocimiento del tema y por tanto aumentar su nivel de comprensión. Este último enfoque se le llama experticia adaptativa (adaptative expertise) y facilita que cada experiencia se convierta en aprendizaje porque la interpretación de un problema se modifica conforme se va comprendiendo. Un aspecto medular que permite esta transición de aplicar una rutina general a generar una nueva comprensión para resolver un problema es la metacognición, porque le permite a un aprendiz reconocer qué sabe y hasta dónde comprende, buscar estrategias para mejorar su comprensión, monitorearlas y realizar ajustes.

Estos principios pueden ser promovidos en el aula mediante las siguientes acciones:

Proponer espacios de aprendizaje y evaluación que generen situaciones significativas para los estudiantes.
Presentar en clase modelos de cómo los expertos resuelven problemas del tema que se está viendo (por ejemplo, problemas que implican leyes de física) y plantear ejercicios en que puedan aplicar estrategias similares a las vistas en clase. De esta manera se puede promover el análisis previo de las situaciones antes de iniciar a resolverlas.
Uso de evaluaciones que impliquen la comprensión y aplicación de conceptos en situaciones de resolución de problemas.
Incluir en las evaluaciones preguntas acerca de cuándo, dónde y por qué los estudiantes utilizan cierto tipo de saberes para la solución de un planteamiento. Planear la realimentación que se dará a los estudiantes que esté orientada a la reflexión de sus acciones más que entregar un juicio valorativo.
Revisar publicaciones arbitradas en que se presenten estrategias de enseñanza en el campo de conocimiento en que se imparten clases.

En la medida que el docente reconoce que los estudiantes han alcanzado un nivel adecuado de comprensión del tema se pueden utilizar problemas con mayor nivel de abstracción, lo que implica poner en juego diferentes habilidades cognitivas y desligar el conocimiento de contextos específicos.
A lo largo de estos capítulos se evidencia la concepción del aprendizaje como un proceso que implica un rol activo de quien enseña y quien aprende. Por lo que las situaciones de evaluación se convierten en oportunidades únicas para promover la metacognición no sólo de los aprendices sino de los docentes. La apuesta de estos autores es equilibrar la cantidad de información que se presenta en clase con actividades que promueven la comprensión.